Lugares.

Hay lugares a los que se va, lugares de los que se viene, lugares donde nunca se estuvo y nunca se estará, los hay a los que algún día se irá. Hay otros lugares que evocan los recuerdos, otros que relajan, algunos que no te dejan descansar. Existen lugares que siempre serán tu hogar, otros donde eres un extraño.

Pero, por encima de todos ellos...

Hay lugares a los que nunca volverás.

El valor.

El valor... ¿Acaso alguien sabe qué es? Yo creo que el valor es, simplemente, hacer lo contrario de lo que dicta la intuición.

Por eso ser valiente nunca es fácil. Aunque lo que para unos es fácil, para otros es difícil.

El valor es...

Viceversa.

Una vida nueva.

A veces, de algunos sucesos, queda una huella imperecedera, y en un mundo perecedero como es este en el cual vivimos, es difícil asumir que, mientras todo va y viene, siempre con constantes cambios y caducidades, algo vaya a existir para siempre. Sería mejor, por no acumular recuerdos, que todo fuese tan volátil que cada día fuese una vida nueva.

Y nada cambia.

Es difícil aceptar cómo las cosas cambian, cuando, dentro de ti, hubo un momento en que todo se heló; quedó inmóvil e inamovible en ese instante.

Y tratas de mirar a otro lado, esperando volver la vista atrás algún día y ver que tu verdad también cambia.

Pero te giras de nuevo, abres los ojos... Y sigue allí. Tal cual lo dejaste.

Y vuelves a mirar al frente... Y todo cambia. Nada para; el mundo prosigue su camino, con destino a no se sabe el qué. Pero una sensación helada recorre tu espalda.

Es el frío. El frío que heló lo que dejaste de mirar.

Y nada cambia.