Es difícil aceptar cómo las cosas cambian, cuando, dentro de ti, hubo un momento en que todo se heló; quedó inmóvil e inamovible en ese instante.
Y tratas de mirar a otro lado, esperando volver la vista atrás algún día y ver que tu verdad también cambia.
Pero te giras de nuevo, abres los ojos... Y sigue allí. Tal cual lo dejaste.
Y vuelves a mirar al frente... Y todo cambia. Nada para; el mundo prosigue su camino, con destino a no se sabe el qué. Pero una sensación helada recorre tu espalda.
Es el frío. El frío que heló lo que dejaste de mirar.
Y nada cambia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario