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jueves, 30 de octubre de 2014

Una mala mano.

Hay veces que la partida se presenta con una mala mano. No queda más que retirarse o ir de farol. Retirarse es de cobardes, así que con tu órdago adelante, el juego se va definiendo. No todo sale mal. Tampoco sale todo bien, pero las dudas se despejan y los adversarios o bien se fortifican en sus posiciones o bien claudican, rindiendo así pleitesía con todo cuanto quedó apostado. Surcas aguas revueltas en un viaje a ninguna parte, pues el final cada vez está más cerca y no tienes ni ancla ni amarras.

Hasta hacerte añicos contra el muelle.

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